11 de Noviembre de 1997 (Maria)

 

Mis queridos hijos,

 

Yo deseo su firme perseverancia en la oración.  Deben hacer a un lado los deseos del mundo y sumergirse en unidad con Mi Divino Hijo porque todo el poder para derrotar el mal que se acerca yace dentro de Sus santas manos.  Entre más se acercan a Nuestros corazones se abren a ser profundamente examinados por el mundo entero que está impregnado con el mal olor del pecado.  Sepan que es la Preciosa Sangre de Jesús la cual es su protección contra aquello que sutilmente invade sus deseos por paz y santidad.
Vengan a Su fuente de misericordia y perdón.  Hijos Míos, no teman porque en su temor sale el orgullo alejándolos de la presencia sanadora de Jesús en el sacramento de reconciliación.  Sepan que es a Jesús a quien le hablan --- El quien sabe todo acerca de ustedes y aun pacientemente espera que reconozcan dentro de ustedes mismos todo lo que deteriora su alma y los guía por el mal camino.  Procuren Su Divina sanación, hijos Míos, porque El ansía acercarlos de nuevo a Su corazón.  Paz y amor.
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