27 de Octubre de 1997 (Maria)

 

Mis queridos hijos, 

 

Alabado sea Jesús.  Gracias, hijos Míos por honrar Mi petición suplicando la misericordia de Jesús.  Sepan que sus oraciones fueron llevadas por los ángeles y puestas ante el trono de dios.  Esas oraciones, hijos Míos, son de gran importancia porque a medida que se elevan hacia el Cielo, la misericordia de Mi Hijo cae sobre la tierra como la lluvia desde las nubes.  Como la lluvia refresca la tierra así Su misericordia refresca el alma reseca. 

 

Prepárense ustedes, pequeños Míos, porque muchos corazones están escuchando la urgencia de Mi llamado.  Ellos vendrán hambrientos y sedientos por Jesús.  Yo estoy abriendo corazones y enviando a Mis fieles seguidores a animarlos y a ayudarlos a ustedes.  Oren y disciernan porque mucho se va a requerir de ustedes.  La hora es muy tarde, hijos Míos, y la Cosecha está lista.  Llénense de júbilo al ir adelante a amar y servir a Mi Hijo.  Paz.
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