17 de Septiembre de 1997 (Maria)
Hija Mía,
Vengo a acercarte más a Nuestros corazones para fortalecer tu resistencia al tiempo que las pruebas y las aflicciones aumentan. Quiero que sepas el placer que le has dado a Mi Hijo al ofrecerle a El tus aflicciones juntas con tu amor y la gratitud de tu corazón. Hazles saber, hija Mía, el gran valor de las preciosas almas que sufren. Como la luz radiante del sol pasa a través de las nubes obscuras, así también la luz radiante de las almas que sufren pasa a través de la oscuridad del pecado. Descansa ahora, hija Mía. ¡Paz y amor!