20 de Septiembre de 1997  (Maria)
Mis queridos hijos,

 

Hoy vengo como la Madre amante cuyos brazos están extendidos para abrazarlos con Mi mensaje de esperanza.  Acérquense a Mi corazón ---- escuchen como cada palpitación llena suavemente su alma con paz.  No permitan que el miedo a lo desconocido robe su paz confíen, pequeños corderos, en la misericordia de Mi Hijo.

 

Yo deseo, queridos hijos, que ustedes ofrezcan cada día que nos queda de vida como un precioso regalo para Jesús el cual envolverán  con su deseo por la santidad y lo aMariarán con el listón de negación a sí mismos.  Procuren mitigar el dolor de El quien los ama por sobre todas las cosas al apartarse de la oscuridad del pecado y acercarse a la luz de la santa obediencia en la verdad.

 

Sus huellas fueron impresas hace mucho tiempo en los corazones de aquellos quienes Lo aman.  Acepten la cruz de la vida que ha sido precisamente hecha a su medida y sigan Sus pasos sobre el camino de la rectitud.  Alábenlo mientras caminan hacia adelante y sus cargas se harán más ligeras. ¡Alabado sea Jesús, el Dador de Vida!
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