5 de Septiembre del 2003 (Primer Mensaje)
“Mis queridos hijos,
Es en el gozo de la soledad y el silencio donde encontramos las grandes oportunidades de servir a Dios. Palabras que salen de nuestros labios, sin medirse y ofensivas, se convierten en armas venenosas libres de vagar y desparramar destrucción por donde van. Las palabras de consuelo y amor, bien escogidas, producen un efecto opuesto ……. un remedio sanador que debe absorberse y discernirse. Las heridas ulcerosas de una lengua desfrenada son imposibilitadas contra el bálsamo de “Amor” que habla muy quedito solo de amor y perdón. Es el aliento de la nueva vida en la gracia de Dios que permite que los corazones se abran …… y así un corazón amoroso no siente cuando lo ofenden. Solo sienten un pequeño alumbramiento de gracia para decirme”…… (la conversación se detiene y la recipiente expresa) “Tu hija necesita de Tu dirección.”
Cuando renuncian ese deseo humano de controlar y entregan todo en Nuestras manos han progresado mucho más en su meta a la santidad. Es un proceso que toma toda la vida, Mis hijitos, pero el amor …… el amor de Dios conquista toda circunstancia en que se encuentren. Desátense de todas las cosas del mundo para que por medio de Su gracia puedan ver lo que los atrae más cerca a Su corazón misericordioso.”